La vinculación más estrecha y auténtica que puede darse entre una marca y su potencial consumidor ocurre en la última etapa de la experiencia de compra, cuando el cliente se relaciona en forma directa y sin intermediarios con el producto final.
La conexión emocional entre una marca, un envase y el consumidor puede activar o neutralizar el deseo de consumo. Una vez más cobran relevancia los valores a los que se asocia una marca. El desarrollo del envase debe impulsar emociones positivas asociadas a la familiaridad y la confianza.
Las decisiones de compra se toman en segundos en los que un diseño de packaging debe impactar con extrema potencia en el consumidor y transmitir la información necesaria para su elección. Para ello es importante el manejo de un lenguaje claro y conciso. Un envase debe, como cualquier pieza de diseño, diferenciarse del resto y ser original, debe aportar fidelización a la marca y ser fácilmente manipulable. ¿Te gustaría saber más? ¡Contactanos en Whatsapp!